Los tratamientos de infertilidad en sí mismos no producen de manera importante problemas psicológicos; los efectos secundarios más frecuentes son cefalea, vómitos, nauseas, dolor abdominal y cansancio. Aunque todos los aspectos que rodean a esta situación de la mujer de no poder concebir de manera natural pueden causar un gran impacto emocional en su estado de ánimo, incluso en la relación de pareja. Las visitas repetidas, las inyecciones diarias, las exploraciones, los análisis, las esperas y los resultados negativos pueden generar estrés y ansiedad. Durante el tratamiento se mezclan sentimientos positivos (esperanza, ilusión, alegría…) con sentimientos negativos (sintomatología, fracaso, pena, carga, culpabilidad…) y se hace es imprescindible poder controlarlos para conseguir una estabilidad emocional.
Es muy importante un cuidado integral en el tratamiento de infertilidad con un adecuado soporte emocional. Busque el apoyo de familia y amigos, y si es necesario consulte a su médico sobre la posibilidad de apoyo psicológico profesional. Existen programas de apoyo con sesiones de relajación y herramientas muy útiles para la aceptación de la situación, mejorar la comunicación y reducir el impacto negativo en la pareja.
Los problemas emocionales en la mujer y en la pareja pueden interferir y dificultar los resultados de los tratamientos. Tenga en cuenta que la mayoría de embarazos no se logran en el primer ciclo de tratamiento por lo que el buen estado psicológico evita el abandono temprano del tratamiento.
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