Cada medicamento tiene unas características concretas y hay que tenerlas en cuenta para evitar errores en su administración. Los más frecuentes son:
- Tomar siempre la medicación con la comida:
Muchas veces suponemos que los medicamentos deben tomarse durante las comidas para que “no hagan daño al estómago”, pero en realidad pocos son irritantes directos de la mucosa gástrica. El que un fármaco deba tomarse con o sin alimentos viene determinado por sus características de absorción. Algunos ejemplos de medicamentos de dispensación en Farmacia Hospitalaria que deben tomarse en ayunas son cabozantinib, abiraterona o nilotinib.
- Manipular los medicamentos
Partir los comprimidos o abrir las cápsulas para facilitar la toma de los medicamentos por vía oral puede modificar su absorción. Algunos comprimidos y cápsulas van recubiertos por una capa que evita que se disuelvan en el estómago para luego absorberse en el intestino. También existen comprimidos de liberación modificada, que tienen como finalidad liberar el medicamento de forma progresiva y si se manipulan pierden esta propiedad. Por tanto como normal general, sólo podrán fraccionarse los comprimidos que estén ranurados.
- No cumplir la posología.
Una condición fundamental para que los fármacos sean efectivos es que mantengan una concentración constante por lo que se debe cumplir su posología. Muchos de los medicamentos de dispensación hospitalaria tienen pautas posológicas muy concretas:
- Quimioterapia oral: como la capecitabina, que suele administrarse durante 14 días, seguidos de 7 días de descanso para completar un ciclo de 21 días; o el Palbociclib, que suele administrarse durante 21 días, seguidos de 7 días de descanso para completar un ciclo de 28 días.
- Fármacos de administración subcutánea: como secukinumab para el tratamiento de la psoriasis que se administra semanalmente durante 5 semanas (fase de inducción) para luego pasar a una administración mensual (fase de mantenimiento).
- Fármacos que necesitan un programa de escalado de dosis: como apremilast que se inicia con 10 mg al día y se va aumentando la dosis hasta un total de 60 mg al día.
Aconsejamos elegir algún sistema para cumplir con la posología de forma correcta, como el uso de calendarios.
- No guardar la medicación correctamente.
La correcta conservación de los medicamentos asegura que no se degraden y se mantengan en las condiciones óptimas para su uso. En general, todos los medicamentos de administración subcutánea en jeringa o pluma que se dispensan en la farmacia del hospital, deben conservarse en nevera. También ciertos fármacos en comprimidos como melfalán o topotecán.
- Automedicarse sin criterio.
No se debe cometer el error de pensar que porque a una persona le funciona bien un medicamento puede ser también bueno para ti. Además hay que tener en cuenta las interacciones posibles entre fármacos. Por estas razones en la farmacia del hospital se suele consultar al paciente sobre sus tratamientos, sobre todo si estos tienen interacciones potenciales. Además un error común es pensar que los productos naturales son inocuos pero muchos de ellos pueden interaccionar con los medicamentos. Debe informar de todo aquello que esté tomando.
- No protegerse mientras tomamos la medicación.
Algunos fármacos pueden producir fotosensibilidad, por lo que durante el tratamiento se deben emplear fotoprotectores y evitar la exposición excesiva al sol. Un ejemplo muy claro de medicamento fotosensible es la pirfenidona, usado para el tratamiento de fibrosis pulmonar.
Para ampliar información no dude en consultar las “Hojas de información al paciente” de nuestra web, donde está recogida esta información para cada medicamento.
Fuente: Blog COFARES, por Virtudes Roig de @elblogdepills
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