La rinitis es una situación de inflamación de la mucosa nasal que se caracteriza por uno o más de los siguientes síntomas: congestión nasal, secreción nasal, estornudos y prurito en la nariz, boca, ojos y oídos. La rinitis alérgica es la más común dentro de las causas de rinitis siendo un proceso inflamatorio mediado por IgE en respuesta a alérgenos. La frecuencia de la rinitis alérgica está aumentando en todo el mundo, sobre todo entornos urbanos, donde se asocia con factores ambientales como la mala calidad del aire. Aunque se trata de una patología generalmente leve, es causa de afectación de la calidad de vida en quienes la padecen y, en ocasiones, está relacionada con otras patologías respiratorias como asma, sinusitis u otitis medias.
Según el desencadenante, la rinitis alérgica se puede clasificar en estacional o persistente:
- Estacional (o intermitente): Los síntomas aparecen en determinadas épocas del año, principalmente primavera y otoño. Está causada por pólenes de hierbas, malezas y árboles o esporas de hongos en el aire.
- Persistente (o perenne): Los síntomas duran todo el año. Está producida por los ácaros del polvo, moho de la humedad, caspa y saliva de animales…
Sin embargo, actualmente se tiende más a clasificarla en función de la duración de los síntomas (intermitente o persistente), junto con la severidad y afectación en la vida diaria del paciente
¿Cuál es el tratamiento para la rinitis?
Las medidas ambientales y de evitación constituyen el primer paso en el tratamiento de la rinitis alérgica. Es una medida fundamental y se deberá evitar en la medida de lo posible, la exposición a los alérgenos, pero también a posibles irritantes como tabaco o cosméticos.
En pacientes con alergia al polen se recomienda seguir los siguientes consejos durante los meses polínicos:
- Cerrar las ventanas en casa y en el coche.
- Emplear aire acondicionado con filtros adecuados y mantenerlos limpios.
- Ducharse antes de ir a la cama para eliminar el polen del pelo y de la piel.
- Utilizar preparados de suero fisiológico para retirar el polen de las fosas nasales tras la exposición.
En pacientes con alergia a los ácaros del polvo, se recomienda seguir las medidas generales en los hogares:
- Evitar el uso de alfombras o cortinas de tela.
- Utilizar ropa de cama fácilmente lavable y que no acumule polvo.
- Pasar el aspirador a menudo o quitar el polvo con un trapo húmedo.
- Evitar tener en casa objetos susceptibles de acumular polvo: muebles tapizados, cortinas y alfombras.
En cuanto al tratamiento farmacológico de la rinitis destacan los corticoides nasales y los antihistamínicos locales y generales.
Los corticoides intranasales reducen la obstrucción nasal, prurito, estornudos y la rinorrea tanto en la rinitis alérgica como en las no alérgicas. Son de elección en pacientes con rinitis modera-severa y en aquellos con síntomas persistentes que requieren tratamiento farmacológico de forma continuada. Su acción se inicia entre 6-12 horas después de la primera dosis, aunque su mejoría clínica puede no ser aparente hasta pasados algunos días, con un efecto máximo a partir de las dos semanas. Los efectos secundarios son escasos: irritación, sequedad local y epistaxis (sangrado de la nariz) por aplicación incorrecta sobre el tabique nasal.
Los antihistamínicos orales son eficaces en el control de estornudos, picor y rinorrea, pero de escaso efecto sobre la obstrucción nasal. Además, mejoran los síntomas no nasales como la conjuntivitis o el picor de ojos o piel. Son una opción popular para muchos pacientes, especialmente en las rinitis leves e intermitentes. Son también adecuados para exposiciones predecibles a alérgenos, por ejemplo animales.
Los antihistamínicos vía nasal, a diferencia de los antihistamínicos orales, tienen cierta eficacia para mejorar la congestión nasal y el inicio de acción es más rápido (menos de 15 minutos). Los antihistamínicos, tanto orales como nasales, se pueden combinar con corticoides nasales y tomar de forma continua o a demanda.
Otros fármacos usados, aunque en menor medida, son los corticoides orales (solo en casos graves y durante períodos cortos), los descongestionantes nasales (solo durante los primeros días para evitar el efecto rebote que puede causar una rinitis medicamentosa), bromuro de ipratropio inhalado, montelukast y los colirios para los síntomas oculares.
Por último, la inmunoterapia antialérgica, consiste en la administración de dosis crecientes del alérgeno causante del cuadro clínico, con el fin de conseguir una tolerancia progresiva a la exposición a dicho alérgeno. Generalmente se utiliza durante 3-5 años y puede ser vía subcutánea o sublingual.

Fuentes (consultadas el 21/03/22):
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