El término suplemento o complemento alimenticio engloba una variedad de productos cuya función es contribuir a mantener una ingesta adecuada de ciertos nutrientes y corregir los déficits nutricionales que puedan producirse en determinadas situaciones.
La toma de complementos alimenticios que contienen vitaminas y minerales se está volviendo un hábito cada vez más común en nuestra población, donde la desnutrición no se encuentra entre los principales problemas de salud, y donde en muchos casos no haría falta el uso de estos suplementos si se siguiese un patrón de alimentación equilibrado.
Según el informe de la Oficina del Consumidor (OCU) sobre suplementos dietéticos y alimenticios publicado en 2021, el 42% de la población española aseguraba haber tomado complementos alimenticios con vitaminas y minerales en el último año, y, además, este consumo se había incrementado a raíz de la pandemia del coronavirus. Se trata de todo tipo de suplementos: calcio para los huesos, omega-3 para el corazón, vitamina C para los resfriados, etc. En dicho informe, se comprobó a través de una encuesta que una buena parte de los ciudadanos tenía ideas equivocadas sobre estos productos en relación con sus posibles riesgos e incluso, contraindicaciones, pensando en la mayoría de los casos que la ingesta de estos productos es inofensiva.
En contra de lo que la mayoría de la población piensa, este hábito “supervitaminizador y mineralizador” no es inocuo y puede conllevar problemas de seguridad. De hecho, existe un gran abanico de potenciales daños, desde la acumulación excesiva de algunas vitaminas en el cuerpo, sobre todo las liposolubles (A, D y E) hasta problemas de interacciones con medicamentos, enmascaramiento de síntomas de enfermedades y retraso de su tratamiento, o sensación de falsa esperanza al tomar los suplementos, incluso fraude cuando se trata de “productos milagro”.
Aunque la mayoría de los suplementos con vitaminas y minerales son de venta libre, muchos de ellos requieren de prescripción médica según la dosis, ya que a dosis elevadas se consideran medicamentos. Más concretamente, estos son los potenciales efectos adversos derivados del mal uso de las vitaminas y minerales más comunes:
- Vitamina A (retinol): descamación de la piel, insuficiencia hepática, pérdida de visión.
- Vitamina B3 (ácido nicotínico o niacina): enrojecimiento de la piel, sensación de ardor, prurito, hipotensión.
- Vitamina B6 (piridoxina): daños en el sistema nervioso periférico.
- Vitamina C (ácido ascórbico): formación de diferentes cálculos renales. Además, su ingesta excesiva puede reducir la eficacia de fármacos anticancerosos como la vincristina, doxorrubicina, metotrexato, cisplatino e imatinib.
- Vitamina D (colecalciferol): hipercalcemia, riesgo de caídas y fracturas en ancianos.
- Calcio: reflujo gástrico y estreñimiento. También interfiere con la absorción de magnesio, hierro y zinc si se toman simultáneamente y puede reducir la absorción de otros medicamentos, como la levotiroxina o los antibióticos del grupo de las tetraciclinas.
- Magnesio: diarrea, náuseas y calambres abdominales.
- Zinc: alteraciones del gusto y el olfato.
Debido a este amplio rango de efectos adversos, estos productos no deberían ser consumidos por personas sin problemas de salud concretos. Los profesionales sanitarios tienen un papel muy importante debiendo informar sobre el correcto uso de los mismos, sus beneficios y riesgos.
Por lo tanto, como puntos clave sobre la utilización de suplementos con vitaminas y minerales se recomienda:
- Preguntar siempre a su médico o farmacéutico si realmente los necesita. Con una alimentación variada y equilibrada es muy posible que no haya carencias de ningún nutriente y no sea necesario el uso de suplementos alimentarios.
- En el caso de querer consumir suplementos, que sea siempre bajo la supervisión de un profesional sanitario, más aún en casos concretos como embarazadas o lactantes, niños, insuficiencia hepática o renal o toma de medicación crónica.
- No tomar a la ligera la posibilidad de sufrir efectos adversos si combina suplementos con ciertos medicamentos o se hace un excesivo uso de los mismos. Incluso din darnos cuenta, podemos excedernos con la dosis, por ejemplo, cuando se combinan los suplementos con el uso de alimentos enriquecidos.
Fuentes (consultadas 28/02/22):
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